Y de repente, te
pierdo.
Y me pierdo.
Me enciendo un cigarro,
exhalo humo y te sigo buscando.
Nada, ni rastro de ti.
Tampoco estás al otro
lado de la cama.
Me levanto descalza y salgo al balcón de mi habitación.
Aparto las cortinas blancas impregnadas en humo.
Nada, sigues sin aparecer.
Se me ocurre preguntarle a la luna si sabe de tu
paradero, pero no responde. Ella, que parecía sernos fiel cada noche. Ella, que había sido testigo de lo nuestro. De todo.
La miro de nuevo y veo que poco a poco se va apagando.
Al igual que tú, creo que pretende desaparecer.
Y entonces abro los
ojos. De nuevo soñando que te pierdo.
Pero lo pienso y…
¿Es
posible perder algo que nunca has poseído?
No hay comentarios:
Publicar un comentario