miércoles, 31 de julio de 2013

Sin título 2

Ha vuelto a pasar. Has vuelto.


Gracias. Lo cierto es que te echaba de menos.

Igual de cierto que para volver, antes hay que haberse ido, y a veces dudo de ello.

Ay, ha sido tan bonito verte... Y para más inri en nuestra tacita de plata.



—¿Eres familiar de M? Te pareces mucho.


—Soy M. ¿Cómo me recuerdas después de 14 años?

Porque jamás dejé de hacerlo.


Lo cierto es que fueron cinco, siempre se le han dado muy mal las matemáticas. O igual es que la espera a nuestro reencuentro se le ha hecho tan eterna como a mi.
A pesar del tiempo que llevábamos sin vernos, tuve el descaro de proponerle un paseo por La Caleta, como en los viejos tiempos.
Y justo cuando íbamos a salir de lo que una vez fue nuestra casa, se esfumó.
Jamás odié tanto despertar.

sábado, 13 de julio de 2013

Cabezas en los pájaros.




Pájaros, cientos de pájaros. 
Algunos libres, otros esclavos.
Muchos de ellos saborean la soledad tanto o más que tú.
Sin embargo, otros degustan con dulzura la libertad. Esa que tu no tienes.

Y vuelan.
Tan alto como jamás llegará tu mente. Ni tu piel.

¿Y sabes por qué?
Porque ella es prisionera de tu cabeza.
De tu maldita cobardía, de tus ganas contenidas, de las ideas que no propones ni nunca llevarás a cabo.

En tu nido no hay más que paja.
 No tienes de qué alimentarte; por lo que no intentes dar de comer a los demás.
Acoge cuando tengas algo que ofrecer. Cuando tengas espacio de sobra en el nido que se posa en tu cabeza.



 Y cuidado con los huevos, no es suficiente con ponerlos.
Todo acto tiene sus consecuencias, ya lo sabes.
Tú eres tu jaula y solo tú tienes la llave.

Sé pájaro y vuela.
 Y construye nidos firmes.
 E invita a quien te ayude a mantenerlo.
 Cuidado con los intrusos que quieran destruirlo.
Así que hazte un favor y regálate libertad:
Tu libertad.


miércoles, 10 de julio de 2013

*





Mira, aún la guardo.
Ese clavel rojo que me regalaste hace ya varios meses.
 Ha pasado mucho tiempo y lo recuerdo como si fuese ayer.
 Recuerdo perfectamente como me sentí.

Pequeña, inmensamente pequeña.
 Tan diminuta que me sentía prácticamente invisible.
 Tanto, que por poco desaparezco.

Qué podía esperarse de una barata imitación. 
A mí me gustan las rosas a pesar de las espinas.

Te confieso que se me pasó por la cabeza deshojar ese clavel cual margarita fuere. 
Pero luego pensé en cómo me sentí y no fui capaz. 
Hubiera sido muy egoísta por mi parte, ¿no crees? 
Qué culpa tendrá esa pobre flor para merecer ser desnudada pensando en otra persona. ¿Quién soy yo?
Sería muy cruel revivir ese momento.
Pero, ¿sabes? Ahora la uso como punto de libro, por si me pierdo.
 La usaré mientras no sea capaz de pasar página. 
Mientras todos los puntos sean seguido y no a parte.
 Mientras sigan existiendo puntos suspensivos.

Y mira que mientras te tuve jamás te escribí. 
Creo que es por eso que ahora escribo más que nunca; porque sé a ciencia cierta que no me lees, que puedo escribirte sin esperar respuestas.
 Porque créeme, ya no las necesito.


miércoles, 3 de julio de 2013

Si quieres... (Theo Lestrange)


Si quieres cogerme la mano y seguirme, hazlo. 
Si quieres pasar de ella y andar por tu cuenta, también. 
Haz lo que te plazca porque es lo único que se me da bien hacer, y lo que haré. 
Si quieres irte, vete; pero si te quedas, quédate. 
Con todo lo que ello conlleva, me refiero.
 Quédate en mayúsculas, sino vete.
Si quieres un beso, róbamelo. 
Si me lo tienes que pedir, no hace falta que te pregunte qué haces aquí.
 Si me lo tienes que pedir, deberías ser capaz de aceptar tu derrota y abandonarme en la oscuridad para que pueda encontrar la luz.
Si quieres quererme, hazlo sin rechistar.
 Sin condiciones. 
Sin excusas. 
Sin ‘mañana igual no vengo a dormir’. 
Sin ‘te quiero, pero’. 
Los peros son veneno.
Si quieres cambiarme, ni te atrevas a presentarte. 
Si quieres… Te espero. 

Sino, avísame antes de que mi corazón

 cometa la locura de quererte.

Por Theo Lestrange.
Más de ella, en su blog y en Twitter.