Sincera hasta decir basta y peca de justiciera, quizás ese sea su mayor delito.
Exigir igualdad y proclamar la verdad aunque eso le acarree problemas.
Pero, realmente, sólo reclama lo que da, nada más.
Está harta de regalar sacos de cariño, fidelidad y confianza.
Harta de que se los devuelvan completamente vacíos y deshilachados.
Ahora es huérfana de corazón y va por el mundo mendigando almas.
Pero nadie lo sabe.
O eso cree ella.
Llora por dentro, aunque su silencio pide a gritos socorro.
Ruidos sordos que pocos pueden apreciar, sólo aquellos que saben leer miradas y labios que no pronuncian palabra alguna.
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